El desarrollo de sensores biodegradables ha hecho posible la fabricación de textiles inteligentes, capaces de monitorear la salud o el entorno, que no dejan residuos contaminantes al degradarse. Estos sensores, elaborados con materiales de origen natural o compostables, se integran en tejidos para aplicaciones médicas, deportivas o de seguridad. Esta innovación demuestra que la tecnología wearable puede avanzar hacia modelos de negocio circulares, alineando la electrónica de consumo con principios ecológicos.